Por: Juan Felipe Lizarazo & Ana Santander
Bogotá ha venido transformando la forma de movilizar de sus ciudadanos, para apostarle a modos sostenibles. El pasado 30 de septiembre entró en funcionamiento el Sistema de Bicicletas Compartidas en la ciudad, el cual cuenta con 3.300 bicicletas y 300 estaciones ubicadas entre las localidades de Usaquén y La Candelaria con una extensión de 27km.
El sistema aporta en la consolidación de este medio de transporte como un modo eficaz y sostenible para los bogotanos. De acuerdo con datos de la Secretaría de Movilidad, actualmente el Distrito cuenta con 590 kilómetros de ciclorutas permanentes y 7 kilómetros de ciclovías temporales, donde a diario se realizan un alrededor de 880.000 viajes en bicicleta, siendo la localidad de Bosa la que cuenta con el mayor número de viajes[1].
Dentro de beneficios que trae el Sistema para el Distrito, se encuentra que esta se hará bajo la figura de aprovechamiento económico del espacio público, lo que permite garantizar su sostenibilidad dando que su funcionamiento no se soporta exclusivamente en recursos públicos. Bajo este este esquema, se espera que la ciudad reciba, mediante pago en especie, alrededor de 10.500 millones de pesos en los 7.5 años que durará el contrato con la empresa brasilera Tembici[2].
Este gran esfuerzo de la administración distrital es una apuesta por la disminución del tráfico vehicular en la ciudad y la promoción de formas alternativas y sostenibles de movilidad, buscando por este camino por reducir la contaminación tanto auditiva como ambiental y mejorar la salud de sus usuarios. Adicionalmente, está previsto que el Sistema se integre con otros proyectos de movilidad que se encuentran en la zona como la Ciclo Alameda Medio Milenio, la primera y segunda línea del metro, Corredor Verde de la Séptima y Regiotram, para la consolidación de los viajes de última milla, que no tienen una cobertura efectiva por parte del sistema de transporte público.
Ahora bien, es importante tener en cuenta que el Sistema también enfrentará retos importantes:
De acuerdo con la encuesta de movilidad del 2019, el 44% de los viajes que se realizan en la ciudad son para desplazarse al lugar del trabajo, y un 16,5% para ir a estudiar desde el suroccidente hacia el centro y norte de la ciudad[3]. En este sentido, hay que preguntare por qué la administración decidió priorizar la zona nororiental de la ciudad, la cual cuenta con mayores alternativas de transporte.
Al respecto, el presidente del Banco Itaú, financiador del sistema, le expuso a El Tiempo que “el crecimiento es por etapas, esos crecimientos deben estar basados en la demanda, y para calcular eso es clave saber dónde crece la ciudad para así lograr esa estabilidad financiera”[4]
Otro de los grandes retos es la seguridad. Se debe garantizar que los usuarios del Sistema lleguen a sus destinos de manera segura, lo cual requerirá de un gran esfuerzo por parte del Distrito. Asimismo, lograr que las bicicletas no sean hurtadas o vandalizadas necesitará de una articulación entre la alcaldía, la policía y la empresa Tembici. Es importante resaltar, que según la Secretaria de Movilidad (2022), Tembici cuenta con GPS integrado, el cual permite la localización en todo momento de las bicicletas y unas piezas contra el hurto y antivandalismo[5].
Por ultimo, creemos que el gran reto recae en generar una cultura ciudadana en la que las personas prefieran usar bicicleta por encima de otros medios de transporte, y en ese camino el Sistema de Bicicletas Compartidas es un avance importante, pero no debe ser el único hacia la priorización de modos sostenibles en la ciudad.