Imagen Río Bogotá. Fuente: Imagen: Abel Cárdenas. Periódico El Tiempo.
El agua y su manejo adecuado es quizás uno de los aspectos más complejos en los procesos de desarrollo urbano, especialmente en las ciudades de América Latina. El crecimiento desbordado de las ciudades en décadas recientes ha dificultado la planificación de las infraestructuras públicas necesarias para soportar esta dinámica y ha presionado particularmente los cuerpos de aguas configurando un círculo vicioso difícil de romper: el crecimiento descontrolado propicia la proliferación de asentamientos informales donde los cuerpos de agua se convierten en vertederos de aguas negras y residuos sólidos, lo cual afecta a su vez la capacidad de suministro y la calidad del recurso y se generan graves problemas ambientales con altos costos sociales y económicos para la ciudad .
En tal medida, como lo indica un estudio realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sobre la recuperación urbana del Frente Costero de la ciudad del Rosario en Argentina: los procesos de regeneración de los entornos urbanos en ciudades con importante presencia de cuerpos de agua deben empezar por volver la cara hacia ellos y afrontar el reto de conservar y mejorar sus condiciones ambientales de manera articulada con los procesos de crecimiento y regeneración de la ciudad.
En este contexto el dialogo pendiente entre la ciudad y los sistemas de agua, fue considerado como un tema estratégico en la Conferencia de Naciones Unidas sobre la Vivienda y Desarrollo Urbano Sustentable- Hábitat III celebrada en Quito (Ecuador) y hace parte de dos de los compromisos de la Nueva Agenda Urbana:
• En el compromiso 73 se indica “la conservación y la utilización sostenible del agua mediante la rehabilitación de los recursos hídricos en las zonas urbanas, periurbanas y rurales(…)” .
• En el compromiso 114 C se refiere a la promoción de acceso a los sistemas de transporte terrestre y marítimo y movilidad urbana que sean seguros, asequibles, accesibles y sostenibles y señala como una de las acciones : “ Una planificación mejor y coordinación del transporte y uso de la tierra que permitiría reducir las necesidades de viaje y transporte y mejorar la conectividad entre las zonas urbanas, periurbanas y rurales, incluidos los cursos de agua” .
Por este camino en Colombia hay varias ciudades que han empezado proyectos específicos de recuperación de sus cursos de agua buscando recuperar ambientalmente estos cuerpos de manera articulada con procesos de revitalización y desarrollo urbano. Tres casos llama especialmente la atención:
En Medellín actualmente se desarrolla la construcción del proyecto urbano Parques del Río con el cual se pretende promover la conservación del Río Medellín así como revitalizar la relación de los ciudadanos con el río mediante la creación de un espacio público atractivo para la ciudadanía entorno al afluente.
En Montería se está llevando a cabo el proyecto Verde Urbano con el que se han hecho ampliaciones en el parque la Ronda del Sinú, construido a orillas del río Sinú que hoy sirve como espacio de esparcimiento y recreación para los monterianos. Esta ciudad actualmente es reconocida como referente en el manejo de la relación entre ciudad y río y adicionalmente fue galardonada con el premio Hábitat entregado por Naciones Unidas en el marco de la Conferencia.
Finalmente en Bogotá, se ha presentado por parte de la administración distrital una iniciativa denominada macro-proyecto Ciudad Paz que engloba varios proyectos de desarrollo urbanístico en la rivera del río Bogotá. Entre los proyectos contemplados en el plan de Ciudad Paz, se encuentra Ciudad Río, el cual fue presentado por el alcalde Enrique Peñalosa en la Cumbre Mundial de Alcaldes y Líderes Globales 2016 que se celebró en Bogotá en octubre de este año.
Este proyecto propuesto por la administración tiene como propósito dotar a la ciudad de 69 km de malecones y parques en ambos lados del río Bogotá y convertir al río en el eje de la ciudad. Sin embargo, el proyecto despierta preocupación en algunos ambientalistas, como los representantes de Humedales de Bogotá quienes afirman que el diseño del proyecto, tal y como está planteado, no respetaría los meandros del río y por tanto se generaría por un lado un riesgo de inundación y por otro, un alteración negativa a los ecosistemas de los humedales que, como afirman los ambientalistas, son fundamentales para la verdadera recuperación del río.
En los tres casos, el reto que supone el dialogo entre la ciudad y sus ríos está latente: lograr que las ambiciosas intervenciones urbanas de revitalización o desarrollo, especialmente en el caso de Bogotá logren garantizar efectivamente la protección de los cuerpos de agua y los ecosistemas aledaños.